¡REINA DE SIÓN! ¡ACEPTA LA CORONA!

16 de noviembre de 2011 en la casa de la familia de Schoenstatt, en Tucumán. Una hermosa noche poblada de estrellas daba cobijo a quienes llegaban a acompañar a los Padres Mullín, D’Elloca y Newman, que coronarían a la Mater en la capilla.

El altar, preparado en el patio, invitaba al recogimiento y a la alegría. Se celebraba la Santa Misa de coronación de la MTA. Qué mejor día que el aniversario del natalicio del P. José Kentenich!

Quienes habían compartido la primera Misa, en la entrada de la que anteriormente fuera escuela de manualidades de la congregación de las Hnas. M. M. Pacheco, el 11 de diciembre de 2007, recordaban con emoción, desandando los años transcurridos…! La llegada del P. Pablo Mullin, al que luego se sumó el P. Tomás D’Elloca. En este último año, el P. Newman fue una nueva riqueza para la comunidad.

Sobre el altar podía verse un hermoso cáliz. El P. Pablo Mullín contó que había pertenecido al P. Enrique Schaefer, sacerdote schoenstattiano que desde F. Varela, siguió con mucha dedicación y capital de gracias, la búsqueda y concreción de la casa en que vivirían y trabajarían los Padres de Schoenstatt destinados a Tucumán y el NOA y que luego se convertiría en la “casa de la familia”.

El P. Schaefer falleció el 8 de octubre de 2008, pero el cáliz de su primera misa acompañó esta coronación.

Hoy venimos, con corazón sacerdotal, a imagen de tu hijo Jesús, a entregarte la corona de REINA.

La capilla de la casa se agrandó para albergar a todos los participantes que acompañaron la oración de coronación, escrita por los Padres Pablo y Tomy, y que finalizaba así:

“… ¡Reina y Madre, escúchanos!

Ante Ti, en las vísperas de los 100 años de la Alianza de Amor, unidos a nuestra comunidad sacerdotal de Sión, nuestra familia de Schoenstatt y nuestros hermanos en la fe, te regalamos esta corona de gratitud. La cruz espada nos recuerda nuestra entrega a Cristo y su misión; la flor nuestra consagración y pertenencia a Ti, María; la patena, que siempre puedes contar con nosotros para tu Reino.

¡Reina de Sión! ¡Acepta la corona!

Como signo de nuestra solidaridad de destinos entre los unos y los otros, te decimos:

Oh, Señora mía!…

El P. D’Elloca colocó la corona a la Mater. Cantos y saludos a María iban cerrando la jornada.

Abrazos, sonrisas y palabras demostraban el encuentro de hermanos y el agradecimiento a los Padres. Ellos ofrecieron su capital de gracias diario, por las vocaciones y la santidad de esta familia tucumana. El P. Pablo partirá muy pronto a su nuevo destino, en Chile.

Que la familia tucumana pueda seguir creciendo y madurando en torno a María, como familia unida, fecunda y santa.






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