Carta de Alianza Septiembre 2011

Queridos hermanos en la Alianza:

El 15 de septiembre pasado se cumplieron 43 años del fallecimiento del P. Kentenich. Los que han visitado su tumba en Schoenstatt recuerdan siempre el ambiente de oración, la austeridad del lugar y la frase que sintetiza su vida sobre la piedra del sepulcro:

Dilexit Ecclesiam (Amó a la Iglesia).

Como sacerdote de Cristo el P. Kentenich amó a la Iglesia en cada momento de su vida siguiendo lo que enseña San Pablo: "Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella" (Ef 5, 25-26). Un amor vivido desde la fe y la fidelidad, servicio, trabajo y sacrifico, diálogo, disenso y búsqueda de la verdad, perdón y reconciliación, dolor y alegría; entrega diaria a un “tú” real y concreto que es la Iglesia, no a una idea de escritorio. “Dilexit Ecclesiam, el amor a la Iglesia nos impulsa también ahora a amar con infinita calidez a esta Iglesia que nos persiguió, a olvidar todo lo pasado y a entregarnos con todas las fuerzas para que la Familia realice la misión de ayudar a la Iglesia a arribar victoriosamente a las nuevas playas”. (Conferencia, 24 dic. 1965)

Paulatinamente, como fruto de las experiencias en la Familia de Schoenstatt, en dos guerras mundiales y de un mundo en medio de grandes cambios y constante desarrollo, fue creciendo en el P. Kentenich una imagen de Iglesia con rasgos muy definidos que coincidirán con la definición que la Iglesia hace de sí misma en el Concilio Vaticano II. Él dirá al final de su vida: “Desde 1912 o al menos desde 1914, no quisimos otra cosa, al principio intuyéndolo con cierta oscuridad y con el tiempo cada vez con mayor claridad, que lo que el Concilio (Vaticano II) ha reconocido como misión de la Iglesia”. (Conferencia en Münster, dic. 1965).

El P. Kentenich adhirió a la visión de la Iglesia hecha por el Concilio en la Constitución dogmática “Lumen Gentium” y en la Constitución pastoral “Gaudium et Spes”. En ese espíritu conciliar él describió 5 características de la Iglesia - como él la llamaba – “de las nuevas playas”:

  1. Una Iglesia llena del Espíritu Santo

“En primer plano debe estar la actitud de exponerse sin reservas a la acción del Espíritu Santo. Lo fundamental es que la Iglesia viva en la luz divina, en la confianza divina, en la fuerza divina, y en la seguridad divina”. (10.2.1968)

  1. Una Iglesia familiar

Es una iglesia fuertemente unida en una fraternidad extraordinariamente profunda, pero simultáneamente es jerárquica, regida y conducida paternalmente”. (Roma, 8.12.1965)

  1. Una Iglesia peregrina

“Es una Iglesia que está por un lado profunda e íntimamente arraigada en la tradición y por otro, es extraordinariamente libre, desprendida de formas anquilosadas… Para nosotros tiene especial importancia que el Concilio use preferentemente la expresión: ‘La iglesia se experimenta a sí misma como Iglesia peregrina. No como una Iglesia ya terminada, encerrada en sí misma sino como Iglesia peregrina’”. (Roma 8.12.1965; Conf. LG n 48)

  1. Una Iglesia con rasgos de María

“La Sma. Virgen es imagen, figura de la Iglesia porque tanto una como otra son madres, íntimamente unidas en lo que hace a la función que desempeñan y a su fecundidad. (… ) La Sma. Virgen es modelo de la Iglesia, así lo ha enseñado San Agustín literal y reiteradamente, destacando que la Sma. Virgen es el miembro más perfecto de la Iglesia”. (27.12.64)

  1. Una Iglesia pobre y humilde

“La Iglesia tiene que tornarse más y más una Iglesia pobre, una Iglesia que ame la pobreza para sí misma, que se desprenda de toda pompa, que sea también amiga de los pobres y no ande mendigando la ayuda y el beneplácito del Estado” (10.2.68; Conf. LG n 42-43). “Una Iglesia humilde, pecadora. Vale decir una Iglesia que admita que es capaz de pecar, una Iglesia que sea también libre y sincera, que pida disculpas y perdón por todos los pecados que ha cometido a lo largo de los siglos”. (17.2.68)

  1. Una Iglesia inspiradora del mundo

“Es una Iglesia que tiene por misión ser alma de la cultura y del mundo actual y venidero” (8.12.1965). “Nada de huída del mundo, pero tampoco búsqueda desordenada del mundo… La Iglesia debe penetrar todo el mundo, debe ser alma del mundo”. (10.2.68; Conf. GS n 36)

En este sentido me alegró mucho en estos días leer la semblanza que hizo el Cardenal Bergoglio de Mons. Zazpe llamándolo “obispo profeta”. Él, como padre y pastor, también amó a la Iglesia entregando su vida por ella. Dice el Cardenal: “Se aferró al Evangelio, a las bienaventuranzas. Como dijo alguien de él: cuando muchos miedosos que buscaban contemporizar callaban, él habló. Y cuando esos mismos, pasado el peligro, se animaron a hablar, él calló. ¡Profeta! Nunca habló desde la política; nunca, desde la coyuntura social, sino desde el Evangelio, iluminando la situación social”. (La Nación, 12.9.2011)

Queridos hermanos, somos hijos y herederos del P. Kentenich. No nos guardemos su herencia miedosa y mezquinamente, no repitamos sus palabras como loros, no “congelemos” el dinamismo profético de su carisma. Por el contrario, hagamos que se multiplique y dé muchos frutos, traduzcámoslo y apliquémoslo creativamente en los desafíos concretos que nos toca vivir; creamos en la fuerza de la Alianza y arriesguémonos como él, remando hacia las nuevas playas.

“Todo para Schoenstatt, Schoenstatt para la Iglesia,

la Iglesia para el mundo y el mundo para la Santísima Trinidad”

Desde el Santuario les deseo un bendecido día de Alianza,

P. Javier Arteaga

HEREDEROS DEL PADRE, PROFETAS DE LA VIDA

No hay comentarios: