Cuarta reflexión del Padre Kentenich para Jefes, Rectores y Líderes Schoenstattianos


Hoy, 15 de septiembre su cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de nuestro Padre Fundador. 41 años hacen ya de su partida, y sin embargo sus pensamientos y legados perduran en el tiempo. Son dos los que quiero compartir en esta oportunidad con uds. El primero de ellos es su genial idea de la oración. El PK nos enseña a buscar al Dios de la vida, al Dios que se manifiesta en nuestra vida y nos habla a través de ella, y en nuestra tarea de aprender a escucharlo. El nos dice:
Nuestro método preferido de meditación, consiste en revisar y saborear, en revisar con anterioridad y en posgustar. Esto debiera ser entre nosotros una actitud permanente, un hábito. A partir de cada realidad, por más ínfima que ésta sea, debemos ascender hacia el corazón misericordioso y bondadoso de Dios Padre. Mientras esto no se haya convertido para nosotros en una segunda naturaleza, queremos ejercitarnos en ello una y otra vez, hasta lograrlo. Queremos ingresar en la escuela de amor, de la oración interior. No estamos orientados solamente por esta forma de meditación. No, podemos aplicar también todos los otros métodos de meditación. Pero dad la importancia que reviste introducir al Dios de la vida en nuestra vida, encontrarnos con el Dios de la vida en nuestra vida y responderle a partir de nuestra vida, entonces, pienso que, por un cierto período, debiese ser nuevamente nuestra ocupación predilecta.
A mi entender el PK es muy claro en esto: él no descalifica otro tipo de oraciones, solo está convencido que Dios nos habla en nuestra vida. Cómo? A través de las personas, de las cosas que vivimos, de nuestra conciencia, de la naturaleza. El problema de nuestra vida, es que es muy diferente a la vida en la que Dios se manifiesta. O quizás esta vida tan acelerada no es otra cosa que una manifestación de Dios que nos dice que frenemos un poco y pensemos, pensemos en El.
Por otro lado, su invitación no es a que nos transformemos en unos filósofos de la vida o en unos monjes, sino justamente lo contrario: que hagamos de nuestra vida un momento de oración. En cuanto a mi experiencia personal, esto es algo que mi primer portador (el papá de Benja) me inculcó mucho. Que todo tu día sea un momento de oración, nos decía. Y para mi era imposible!! No sabía como hacerlo. Hasta que fui descubriendo, ejercitando, gustando y posgustando.
Y descubrí que la mejor forma de comenzar es agradecer: por todo, hasta por lo más simple. Por el día, por tener una casa y un plato de comida, por poder asombrarme de lo pequeño e insignificante de la vida: la sonrisa de un niño, las personas mayores, la bandera argentina. Realmente parecen tonteras, pero cuando uno valora todo eso, piensa: que grande es este Dios, cuánto nos quiere.
Ahora, qué tiene que ver todo esto con su tarea de rectores? Mucho! A través de la oración Dios los va a ir conduciendo en esa tarea. En la medida en que ejerciten la oración de la vida, van a poder encontrar respuestas, caminos a seguir, van a encontrar la fortaleza en momentos de debilidad, pero por sobre todo van a saber escuchar la voluntad de Dios y tener la fuerza para aceptarla con alegría. Esa es la clave de todo esto y de la tarea que se les encomendó. Y mi propuesta es que intenten por todos los medios de hacer un quiebre: olvidarse de uds mismos, de sus pensamientos y tratar de encontrar los pensamientos de Dios que se manifiesta en uds.

El segundo pensamiento del PK que les quiero transmitir es el epitafio que eligió para su tumba: "Dilexit Ecclesiam" (Amó a la Iglesia) La misión de su vida: Conducir a los suyos al Hogar, a la Santa Trinidad.
El documento de Aparecida nos dice:
La gran novedad que la Iglesia anuncia al mundo es que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, la Palabra y la Vida, vino al mundo a hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2Pe 1, 4), a participarnos de su propia vida. Es la vida trinitaria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la vida eterna. Su misión es manifestar el inmenso amor del Padre, que quiere que seamos hijos suyos.
Muchas veces quizás nos sentimos ajenos a la vida de la Iglesia, pensamos que vamos en contramano, que lo que propone Schoenstatt es algo muy distinto. Y nos equivocamos. El PK no quería otra cosa que manifestarnos, mostrarnos con su testimonio de vida, el camino hacia Dios. Cómo? Siendo ejemplo de Cristo. Y a través del medio más directo: María. Eso es algo que nosotros tenemos que buscar vivir, pero por sobre todo, algo que tenemos que transmitir en nuestra misión. Que tenemos un fin: llegar a experimentar el inmenso amor de Dios, viviendo los ideales de Cristo, afianzándonos en la Mater.
Termino con unas últimas palabras del documento de Aparecida. Espero que esta reflexión los impulse a buscar al Dios en sus vidas, en sus tareas como rectores, y a tratar de vivir a través de ella, de la misma manera en que Cristo vivió: amando hasta el extremo.
De los que viven en Cristo se espera un testimonio muy creíble de santidad y compromiso. Deseando y procurando esa santidad no vivimos menos, sino mejor, porque cuando Dios pide más es porque está ofreciendo mucho más: “¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada y lo da todo”.
(Colaboración de Javier Mirande)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias por las reflexiones , querido Javier.
"Todo para Schônstatt, Schônstatt para la Iglesia y la Iglesia para la Santísima Trinidad