CARTA DE SEPTIEMBRE DEL P.JUAN JOSÉ RIBA

Sión del Padre, 31 de agosto de 2008
QUERIDOS MISIONEROS DE LA VIRGEN PEREGRINA:
Nuevamente me siento para retomar nuestro contacto epistolar mensual. El año paulino es tan rico que queremos vivir de él. En ese sentido quisiera abrir nuevas perspectivas del amor a la Iglesia de Pablo y de Don Joao. Amar a Cristo es amar a la Iglesia que Él creo
En Damasco Pablo escucha: Saulo, Saulo, ¿porqué me persigues?. Yo respondí: ¿quién eres Señor? Y la voz me dijo: yo soy Jesús de Nazaret a quien tú persigues...” (Hech 9,4). Desde ese primer momento San Pablo se dio cuenta de la entrañable unidad entre Jesús y los suyos. ¡Perseguir a la Iglesia era perseguirlo a Él!. Así percibió que no se puede separar un único amor: el amor a Jesús y a sus seguidores, los cuales muy pronto serían llamados “cristianos”, esto es, de Cristo y formarían así la primera Iglesia. En un mundo que le gusta despedazar este único amor con afirmaciones como “yo amo a Cristo pero aborrezco a los curas o yo amo a Cristo pero no voy a la Iglesia” queremos vivirlo de una manera preclara y no separar con nuestra palabra ni con nuestra vida lo que Dios ató de una vez para siempre: Cristo y la Iglesia, los cuales forman un sólo cuerpo como afirma San Pablo.
Don Joao confiesa II que “cada día me uno en el espíritu de la Santa Iglesia y rezo por el Santo Padre el Papa, por los obispos y sacerdotes, para que yo también pueda realizar algo, abrir camino a los sacerdotes, llevar a Jesús a los corazones”. Para él pertenecer a la Iglesia era sencillamente rezar por ella y trabajar por ella. A esta luz deberíamos volver a colocar las 1000 Avemarías: convocamos a rezar en la parroquia a todos por todos.
Preguntémonos: ¿mi amor a Cristo y a la Iglesia es uno o está dividido? ¿la defiendo y lo enseño a los que Dios puso a mi cuidado? ¿rezo por la Iglesia y en la Iglesia?.
La mejor forma de amar a la Iglesia es poniéndose a su disposición
Cuantos cristianos tienen metido en el corazón y en la mente una imagen de Iglesia como shoping: voy a comprar cosas o a pretender servicios. Ellos (el cura párroco, los sacristanes, los catequistas, la secretaria, etc) deben servirme a mí, a mi familia pero por favor no me pidan que me comprometa en nada pues no tengo tiempo; además así es sencillamente más cómodo. Son cristianos que quizás no hacen mal a nadie pero son totalmente pasivos y cómodos.
¡Qué distinta la actitud de San Pablo cuando afirmaba que su mayor alegría era llevar el Evangelio a aquellos lugares adonde todavía no había llegado!.
Don Joao por su parte afirma: “Entrego mi mayor esfuerzo, unido al espíritu de la Santa Iglesia, para abrirle camino a los sacerdotes, andando junto a la Madre, preparando legitimaciones de casamiento, concentrando al pueblo en la Santa Iglesia, para que todos puedan escuchar la palabra del sacerdote, y encontrarse con Jesús sacramentado”. El se esforzaba por abrirle camino a la Iglesia, a los sacerdotes a través de la Peregrina, por reunir al pueblo sencillo en torno al Santuario o a la ermita, por acercarlos a Jesús Eucaristía. Así su amor unía, era activo, despertaba vida.
Preguntémonos: ¿es mi amor a la Iglesia activo o sencillamente pasivo, cómodo, quejoso? ¿me he ofrecido para algún servicio en la parroquia?.
Me sigo confiando a la oración de todos ustedes y les envío mi bendición sacerdotal.
P.JUAN JOSÉ RIBA

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