Campaña del Santo Rosario













  








Buenos Aires,   Abril de  2012

Carta 1

Para los Misioneros de la Campaña del Rosario
de la Virgen peregrina de Schoenstatt

Muy queridos misioneros,

Al comenzar mi tarea de asesoría nacional en la Campaña, recuerdo las palabras del P. Kentenich en 1912:
“Y ahora me nombraron Director Espiritual sin que haya hecho absolutamente nada para ello... Me pongo enteramente a su disposición, con todo lo que soy y tengo; con mi saber y mi ignorancia, con mi poder y mi impotencia, pero, por sobre todo, les pertenece mi corazón.”

Estamos, por tanto, en tiempos de adaptación. Es un buen augurio hacerlo en el tiempo pascual. Hay buenas compañías: la de hermanos que ya viven su Pascua para siempre, el P. Kentenich, don Joao, P. Esteban y otros aliados en el cielo.
En el encuentro del 14 y 15 de abril pude compartir con los representantes algunos “desafíos” para el tiempo que se aviene: reencender el espíritu, recrear las formas y reformular la estrategia. Quiero compartirlo también con todos ustedes:

1.      Es preciso “reencender el espíritu”  

           
                                               El “espíritu” es el “alma” de la Campaña, su mística. Hay elementos centrales:
a.       María es siempre peregrina. Actualiza su camino desde Nazareth a Ai-Karen,
la tierra de Isabel, Zacarías y Juan Bautista. Porque ella es peregrina va de prisa, lleva a Jesús en actitud de servicio. La Campaña es ante todo la visita de María apeándose de sus Santuarios y caminando por las calles, familias, escuela…
b.       El misionero es un “instrumento” de María. Para ser buen instrumento, hay
que vivir la intimidad, identificación e imitación con María. Tres palabras que comienzan con “i”: intimar con María es estar muy cerca de ella; identificarse es tener sus sentimientos; imitarla, es vivir sus valores. Para que esto se logre, hay que escuchar el susurro de María que me dice como a don Joao: “siempre te amé”.
        c. María se hace presente a través del misionero. Él no es un mero portavoz, sino un portador vivo de María. ¡Qué regalo y qué tarea para nosotros, misioneros!
d.      María es madre, educadora y reina. No es sólo la mamá que resuelve los
conflictos y serena nuestras noches: nos transforma el corazón (educadora) y quiere transformar el mundo a través nuestro (reina).
e.       Rasgos que hacen a la identidad de la Campaña. Los menciono solamente:
-         La Campaña es eminentemente apostólica
-         Es dinámica y creativa
-         Tiene un fuerte protagonismo laical
-         Su fuerza interior es el amor
-         Su fuente es el Santuario
-         Su centro apostólico es la familia: “El apostolado más grande debe ser el apostolado de la familia”
-         El compromiso social es parte esencial de la Campaña.
Como ven, queridos misioneros, todo un desafío. Hablaremos de estos puntos en los diversos encuentros regionales.
       
        2. Es necesario “recrear las formas”
       
                             En el transcurso del tiempo se fueron perfilando formas -las 1000 Avemarías, el rezo del Rosario en adoración, el circuito mariano, la preparación al misionero, la entrega de la imagen, la Alianza de los misioneros, etc.- que sería bueno analizarlos, adaptarlos al tiempo y a cada situación y ser motivados nuevamente. También de esto hablaremos en las reuniones regionales.
        3. Les propongo, además, “reformular la estrategia”

Por estrategia entiendo acentos y cambios estructurales. Les propongo, por ejemplo dar mayor espacio a las regiones. Sin desmerecer lo nacional, respetar las diferencias que hay en las zonas geográficas. En las regiones podrán funcionar mejor los “EAR” (Equipo de asesoría regional), sin desvirtuar el EAN (Equipo de asesoría nacional). El 25 de mayo tendremos la primera jornada regional en la zona de Cuyo (4 diócesis) y La Rioja. Los asesores diocesanos tendrán la tarea de acompañarlos y asesorarlos.

Algo importante en la estrategia será acrecentar las asociaciones de la Campaña con los matrimonios, las madres y la juventud.

No queremos olvidar la dimensión solidaria y social de la Campaña. El amor de la Madre no es sólo espiritual. Ella ama a todo el hombre y por tanto también las dimensiones materiales y anímicas de sus hijos. Nosotros somos sus manos, sus brazos, sus pies, su corazón.  

Como ven, queridos misioneros, la tarea es hermosa, ardua y significativa. No lo haremos sólo con las fuerzas humanas, sino con la energía que proviene de lo alto. El misionero es quien se pone a disposición de la Madre y sabe que es real aquello que afirmó al recibir su imagen: “Ella es la gran Misionera, Ella obrará milagros”. Es una buena manera de asociar este milagro al milagro más importante de la historia: Jesús resucitado. Con mi bendición, cariño y cercanía,

P. Guillermo Carmona 

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