Circular de Cuaresma 2012 del P. Alberto Eronti

“Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros, como yo os he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Jn.15,12-13)
Al Círculo de adoración, “Monte Sión”.
La Cuaresma es un itinerario, un camino de cuarenta días. San Lucas ha organizado su relato de la vida pública de Jesús en base a esta imagen:“Jesús sube de Cafarnaun a Jerusalem”.Cafarnaum está situada 200 metros bajo el nivel del mar, junto al lago de Galilea; Jerusalen está a seiscientos metros sobre. He aquí la figura que puede acompañarnos: Cuaresma es una invitación a “subir” con Jesús hacia la Ciudad Santa.
¿A qué sube Jesús? Jesús “sube” con una clara conciencia: Su Padre le pide mostrar a los hombres cómo ama Dios. Este “subir” de Jesús se da numerosas veces durante el camino: sube a un monte y se transfigura, de noche sube -solo- a la montaña para orar, por último subirá la cuesta del Monte de los Olivos y entrará a Jerusalen. La última “subida” será al Calvario y ahí lo subirán a la cruz, donde mostrará qué es y cómo es el “amor más grande”. Pero la cruz no es el final, sino el “puente” para “subir” hacia el Padre, hacia la gloria.
Quizás sea bueno imaginar nuestra Cuaresma como un “subir”. Este verbo tiene innumerables connotaciones, es subir uno y dejarse subir, es elevarse y dejarse elevar, es dignificarse y dignificar, es enaltecerse y enaltecer. En su itinerario hacia el amor más grande, Jesús va bendiciendo, sanando, perdonado, alentando, educando, enseñando. Todo lo que Jesús hace, hace mejor a las gentes, les hace bien. Es por esto que San Marcos afirma: “acudían a Él de todas partes”. ¡Acudían a ver y escuchar a Dios!
Este puede ser también nuestro “programa” de Cuaresma: buscar a Jesús, estar más con Jesús. El tiempo que pasemos con Él es y será un tiempo de amor. ¡Tiempo! El amor necesita su tiempo y hay que dárselo. Es muy luminosa la escena que narra San Juan, cuando dos discípulos del Bautista siguen a Jesús por el camino, el Señor se vuelve a ellos y les pregunta: “¿Qué desean?, a lo que responden,“Maestro, ¿dónde vives?”. El texto termina con un taxativo: “Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con Él”.
También nosotros somos invitados a vivir la misma realidad, es más, sabemos dónde vive Jesús, el tema es ir a su casa y quedarnos con Él y dejarle hacer en nuestro corazón… La meta es “subir” hacia el “amor más grande”, lo que alguien llamó, “el reino del amor sin medida”, lo que supone dejar de medir nuestro amor, para entrar en el amor de Jesús.
María sabe de Jesús, sabe de su amor desmedido y sabe que la medida mata al amor. Dejemos que Ella, Madre y Educadora, nos enseñe el camino a Jesús.
Desde el Santuario de Sión les envío un cordial saludo y bendición. Que viviendo hondamente la Cuaresma como camino, se nos regale la gracia de una plena Pascua de Resurrección.
P. Alberto E. Eronti

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