Mater: contigo todo y siempre

La luz del sol de las primeras horas del día 18 de octubre, anunciaba que la felicidad interna que conlleva la Alianza de Amor, quedaría exteriorizada en los rostros de las personas que recordaron que en el año 1914 el P. José Kentenich y un grupo de jóvenes sellaron un amor incondicional con la Santísima Virgen. En Tucumán, Argentina, todo fue unión, alegría y emoción. No solo recordaron el nacimiento del Movimiento sino que, el Din Don de una nueva campana anunció el inicio del 2º año de preparación al Jubileo del Centenario de Schoenstatt, este año dedicado a la corriente del Santuario. Las paredes del SUM (Salón de Usos Múltiples) albergaron a miles de Schoenstattianos que, unidos en la Alianza de Amor, desearon

Bajo un tórrido sol las sirenas comenzaron a sonar y las ruedas a girar. La oración confiada y las fuerzas de los bomberos sostenían a la Mater. El avance fue lento, pero a cada paso la esperanza de las gracias concebidas, a cada amén, las mejillas sumergidas en humedad.

La MTA llegó al Santuario bajo una lluvia de estrellas transformadas en flashes. Espontáneamente los peregrinos cantaron: “Ella es la gran misionera, Ella obrará milagros”. “En Cristo su hijo, nos bendiga la Virgen María”, dijo el P. Pablo Mullín, asesor regional.

Las campanadas se escuchaban al compás de los aplausos. De esa manera comenzó el rito que dio inicio al año del Santuario y a la bendición de la nueva campana, donada por la familia de Paraná, donde en su interior está grabado “1965, María, Reina y Educadora Tres Veces Admirable de Schoentatt, bendícenos”.

“Que esta campana sirva para llamar y unir a la familia de Schoenstatt. Pedimos que desde los cerros tucumanos la Santísima Virgen llame a los hombres y mujeres a sellar la Alianza de Amor y que encuentren a Jesús y María para que nos unan en el amor”, expresó el P. Pablo. “Viva la Virgen María”, se escuchó. Y al canto de “esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar….”, se encendieron los cirios y se hizo el envío para “redescubrir lo central del carisma de Schoenstatt: el Santuario como lugar de Alianza y fuente de gracias”. (P. Ángel Strada). El pedido fue “ser antorchas en el mundo entero y llevar la presencia luminosa y transformadora de María a nuestros hogares y nuestros trabajos”.

“Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar….”, y el Santísimo abrió camino hacia el Sum, lugar donde se realizó la misa de acción de gracias. Transcurridos los minutos, los aplausos glorificaron el Aleluya para la lectura de Lucas 1,26-38, (La Anunciación). La Homilía dictaba “…las palabras del Fundador nos alienta a buscar lo más grande: la santidad de la vida diaria…Que el día de hoy sea un signo de Dios como presencia en nuestras vidas. Nuestra fe nos convoca hoy y en este año de fe, Dios obrará milagros si nos ponemos a su disposición”, dijo el Padre.

Y en el año de la fe, los cirios se encendieron renovando las promesas bautismales pidiéndole a María que la luz que irradia desde su Santuario los ayude a crecer en la esperanza y que en el año dedicado al Santuario los sorprenda entregando más Capital de Gracias. El gesto de la paz llegó colmado de una filialidad infinita: los besos, abrazos y manos entrelazadas sellaron el deseo fraternal de una paz interior.

La bendición final fue acompañada con “un corazón lleno de fiesta”, propuso el P. Mullín.

Por la noche, los festejos se repitieron. Se sumaron gotitas de lluvia. El cielo también bendecía la maravillosa e inolvidable jornada. Y como en toda gran fiesta, al canto del cumpleaños feliz y una torta blanca coronaron el día que recordó la gran obra del Padre Fundador.









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