Oraciones sugeridas para la preparación espiritual con miras al Congreso de la mujer

ORACIÓN POR LA MUJER

Gracias, Dios Padre Bueno, por el amor que nos tienes; porque nos has creado a tu imagen y semejanza en la condición de varón y mujer; para que, reconociéndonos diferentes, busquemos complementarnos: el varón como apoyo de la mujer y la mujer como apoyo del varón.

Gracias, Padre Bueno, por la mujer y su misión en la comunidad humana.

Te pedimos por la mujer que es hija: que sea acogida y amada por sus padres, tratada con ternura y delicadeza.

Te pedimos por la mujer que es hermana: que sea respetada y defendida por sus hermanos.

Te pedimos por la mujer que es esposa: que sea reconocida, valorada y ayudada por su esposo, compañero fiel en la vida conyugal; que ella se respete y se haga respetar, para vivir ambos la comunión de corazones y anhelos que se prolongan en la fecundidad de una nueva vida humana, participando así en la máxima obra de la creación: el ser humano.

Te pedimos por la mujer que es madre: que reconozca en la maternidad el florecimiento de su feminidad.

Creada para la relación, sea sensible, tierna y abnegada en la educación de cada hijo; con la dulzura y la fortaleza, la serenidad y la valentía, la fe y la esperanza que van forjando la persona, el ciudadano, el hijo de Dios.

Te pedimos por las mujeres buenas y generosas que han entregado su vida para realizar la nuestra.

Te pedimos por las mujeres que se sienten solas, por las que no encuentran sentido a su vida; por las marginadas y usadas como objeto de placer y de consumo; por las que han sido maltratadas y asesinadas.

Te pedimos, Padre Bueno, por todos nosotros, varones o mujeres; que nos sepamos comprender, valorar y ayudar mutuamente, para que en la relación, amable y positiva, colaboremos juntos al servicio de la familia y de la vida.

Amén.

ORACIÓN POR LA VIDA

María aurora del mundo nuevo. Madre de los vivientes, a Ti confiamos la causa de la vida; mira, Madre, el número inmenso de niños a quienes se les impide nacer, de pobres a quienes se les hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad.

Haz que quienes creen en tu Hijo, sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo, el Evangelio de la vida. Alcánzales la gracia de acogerlo como don siempre nuevo, la alegría de celebrarlo con gratitud durante toda su existencia y la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor, para alabanza y gloria de Dios, creador y amante de la vida.

Juan Pablo II

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