
(Lo que está en negrita está tomado del Acta de Fundación (primera Alianza de Amor - 18 de octubre de 1914)
No, mis queridos congregantes, no he perdido la confianza en ustedes. Se que construyendo sobre lo que hemos alcanzado hasta ahora, haremos grandes progresos en este año, tal como nos lo habíamos propuesto el año pasado.
Primera reflexión. La Mater no pierde la confianza en uds. Es más, confía al 100 %, es por eso que les confió esta tarea. Importante, no creen? El primer paso que debemos dar: no son los más capos ni los mejores, seguramente otros lo podrían hacer mejor, pero la Mater puso los ojos en uds. Eso los hace dueños y soberanos de una gran tarea, y toda tarea conlleva gran responsabilidad que es la que asumieron cuando dieron su SI.
Pero tienen una base. Una gran primera misión: "Confiados en María, ser respuesta para el mundo" marcó un precedente en nuestra Juventud. Por eso sigan construyendo sobre esas bases de roca.
Mi exigencia se refiere a algo incomparablemente superior: cada uno de nosotros ha de alcanzar el mayor grado posible de perfección y santidad, según su estado. No simplemente lo grande, ni algo más grande, sino precisamente lo más excelso ha de ser el objeto de nuestros esfuerzos intensificados. Ustedes comprenderán que me atrevo a formular una exigencia tan extraordinaria solo en forma de un modesto deseo.
Me decía el Tonke en el retiro de universitarios: tenemos que dar todo de nosotros con radicalidad. Porque si ante un desafío damos la mitad de nosotros y sale bien, no vamos a estar felices, y si sale mal, nos vamos a quedar con gusto a poco porque pudimos haber dado más. En cambio si ante un desafío damos todo y sale bien, vamos a estar felices y plenos por la entrega, y si sale mal, vamos a estar contentos porque dimos todo de nosotros. Algo que les envidio es que ser rector es como que la Mater te allana el camino y te dice: "vos caminá derecho y si querés cerra los ojos, porque seguro llegás al cielo". Así lo veo yo, es una gran oportunidad para ser santos. No la desaprovechen!!
¡Cuántas veces en la historia del mundo ha sido lo pequeño e insignificante el origen de lo grande, de lo más grande! ¿Por qué no podría suceder también lo mismo con nosotros? Quien conoce el pasado de nuestra Congregación no tendrá dificultades en creer que la Divina Provindencia tiene designios especiales respecto de ella.
Ese dar todo con radicalidad, ese camino a la santidad tiene que ir acompañado de una gran humildad. Pero ojo! No tenemos que confundir humildad con el perfil bajo, con quedarse callado, ser apagado. Dios nos regaló talentos, los pongamos al servicio. La Mater los eligió rectores, porque conoce sus corazones y sabe que son corazones dispuestos a mucho. Pero también los eligió para que trabajen CON ELLA. Qué quiere decir esto? Que le confíen su tarea, su misión. Que confíen en que la Providencia habla, y que estén atentos para esccharla.
Al decir esto, mis queridos congregantes, siento que mis palabras encuentran eco. ¡Ya están ardiendo sus corazones! Ustedes han hecho suyo mi proyecto: lo pongo tranquilamente en sus manos, lo mismo que su ejecución, y no tengo reparo en escribirlo en nuestra crónica. ¡Que las generaciones venideras nos juzguen! ¿Alcanzaremos el fin que nos hemos propuesto? En cuanto depende de nosotros, mis queridos congregantes, (y esto no lo digo vacilando ni dudando, sino con plena convicción), todos nosotros haremos todo lo posible.
La verdad que el PK fue un tipo distinto. Yo leo esta parte del Acta y se me pone la piel de gallina. Pienso que los congregantes estaban iguales. Que realmente sus corazones ardían. Y no me cabe duda de eso porque si hoy tenemos el movimiento que tenemos fue porque corazones ardientes tomaron e hicieron suya la tarea, el programa, dieron todo. El PK nunca dudo, nunca vaciló, sino que tuvo plena convicción. Ni siquiera la opinión contraria de mucha gente lo hizo cambiar de camino. Confiaba en la Mater como quien confía en su mamá cuando es un niño. A nosotros seguramente hay gente que nos cuestiona, o que no cree que lo que hagamos tenga algún resultado. Ante eso, ¡NO DUDEN!
Es esta santificación la que exijo de ustedes. Ella es la coraza que tienen que ponerse, la espada con que deben luchar para la consecución de sus deseos. Tráiganme con frecuencia contribuciones al Capital de Gracias. Adquieran por medio del fiel y fidelísimo cumplimiento del deber y por una intensa vida de oración muchos méritos y pónganlos a mi disposición. Entonces con gusto me estableceré en medio de ustedes y distribuiré abundantes dones y gracias. Enronces atraeré desde aquí los corazones jóvenes hacia mí, y los educaré como instrumentos aptos en mi mano.
Estas palabras leanlas y releanlas. Palabra por palabra como quien se las tiene que aprender de memoria. No tiene nada para agregar, sino solo para subrayar: capital de gracias, fiel cumplimiento del deber, vidade oración. Lo único que si quiero decirles es que si uds se toman en serio su rol de rectores, les aseguro que muchos corazones se van a acercar a la Mater para ser educados por ella.
¿Cómo haremos esto? Debemos plantar la cruz en los nuevos desafíos de este tiempo.
Chicos! Hoy la Iglesia lo pide a gritos. Son muchos los desafíos que no exigen otra cosa que católicos comprometidos con su actuar, con la camiseta bien puesta. Plantar la cruz significa llevar a Cristo a los demás siendo ejemplos y testimonios de El. Significa no vacilar, entregar la vida si es necesario. Y lo digo en serio: entregar la Vida por Cristo y por la Iglesia que nos regaló.
Espero que estas palabras encuentren eco en sus corazones, y que desde ya ardan. Cuando el corazón arde, las dificultades se transforman en acción y los logros en santificación.
Que así sea!!!
Saludos y un fuerte abrazo!
(Colaboración de Javier Mirande)
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