
de Mons. Luis H. Villalba, Arzobispo de Tucumán
Pascua es la fiesta de la vida
Ningún acontecimiento ha marcado tan profundamente la historia como la Pascua de Cristo.
Pascua es la fiesta de las fiestas.
Pascua es anuncio de salvación, de alegría, de esperanza.
Pascua es la fiesta de la vida.
¡Cristo ha resucitado!
Con Él hemos resucitado también nosotros. Desde el bautismo llevamos el germen de la resurrección y de la vida nueva.
Nos preocupan los signos de muerte que nos rodean y que la Pascua nos impulsa a desterrar:
1º) Nos intranquiliza el aumento del consumo de la droga que es signo de muerte, especialmente para la franja más preciosa y más frágil de la sociedad: los niños y los jóvenes.
2º) En nuestra sociedad ha aumentado la violencia y la inseguridad con sus consecuencias de muerte de todo tipo.
Contra estos signos de muerte, la Pascua, que es Resurrección y Esperanza, nos llama y nos compromete a trabajar por la vida:
1º) Debemos recuperar el respeto por la vida en todas sus formas. Se debe custodiar la vida de cada persona en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural. Especialmente la vida de los excluidos e indefensos.
2º) Debemos cuidar la vida de las familias, en donde se generan los valores más sólidos y en donde se aprende a amar y a ser amado.
Pascua significa “paso”. Es pasar de la muerte a la vida.
Cristo ha vencido a la muerte.
Salvado por Cristo, el mundo debe caminar hacia su renacimiento definitivo.
La Pascua nos invita a los cristianos y todos los hombres de buena voluntad a ser constructores de la vida.
Debemos construir con coraje y paciencia una nueva cultura de la vida.
Hermanos, amigos, hombres de buena voluntad: ¡Felices Pascuas de Resurrección y de Vida!
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