El P. Ángel Strada, Postulador del proceso de beatificación del P. José Kentenich, habla sobre sus experiencias con el Padre Kentenich y del proceso de canonización
SCHOENSTATT, Juan Barbosa. El P. Ángel Strada, Postulador del proceso de beatificación del P. José Kentenich, compartió en una charla muy cercana sus experiencias con el Padre Fundador y acercó información actualizada sobre su proceso de beatificación, así como el de otros héroes de nuestra Familia.
Los privilegiados asistentes fueron una importante delegación de distintas regiones de la República de Chile acompañados por el P Juan Pablo Rovegna y la Hna. Alejandra.
Aquí detallamos una síntesis de lo que ha sido ese enriquecedor encuentro.
Un comentario sobre sus inicios en el sacerdocio
Con su habitual cercanía y sencillez, comenzó su alocución con un breve repaso sobre el comienzo de su vida en Schoenstatt, cuando en su Córdoba natal aún no existía ni la ermita donde nuestra querida MTA se estableció en la localidad de Villa Warcalde, a unos 20 Km. del centro de esa importante ciudad del Interior de la República Argentina.
"El Movimiento en Córdoba tiene su origen en una corriente de Bella Vista-Chile, ya que comenzó con la visita de los tres "Hernanes" (por Hernán Alessandri, Hernán Montesinos y Hernán Krausse ) a nuestra ciudad".
El amor por la Mater que irradiaban estos jóvenes chilenos, ese compromiso hasta lo más íntimo, esas ganas de "inundar el mundo de Schoenstatt", fue lo que despertó en el joven Ángel y su grupo de amigos una sola idea: consagrarse por entero a esta Obra de Dios.
"Iniciamos nuestros estudios en Brasil prácticamente en el mismo momento en que el Fundador regresaba a Roma desde su exilio en Milwaukee. Su deseo pronto fue que estudiemos todos juntos en Alemania ya que debíamos formar una Comunidad, algo difícil de ver en un comienzo, pues teníamos distintas costumbres y edades…pero por supuesto, aceptamos gustosos y formulamos nuestro lema de Curso: Qué alegría cuando me dijeron….Vamos a la casa del Padre, y allí partimos".
"Llegamos con muchos nervios y frío (era el 29-03-66 y en Alemania….¡hace frío! ) y nos avisaron que esa misma noche el P. Kentenich tendría una plática con nosotros. Al verlo tuve dos impresiones básicas: la primera, que no era alto (1,68 m) y hablaba con un tono de voz raro (su alemán era con tonada de Renania) y la segunda: transmitía la imagen de un Patriarca como Abraham ó Moisés. Una personalidad firme, vigorosa pero muy cercana a la vez".
Si bien sabemos que el P. Ángel Strada tiene una memoria privilegiada, resaltó especialmente no olvidar un mensaje que el P. José Kentenich les transmitió con toda claridad: "Cada uno debe conservar su identidad y respetar la del otro. Los sudamericanos no deberán germanizarse y tampoco al revés". Aquí observamos, querido lector, la impronta por demás llamativa y visceral del Fundador: el respeto por la originalidad de cada persona.
Estaban demasiado lejos y reaccionaron
Al día siguiente se trasladaron a su domicilio definitivo en Alemania, el Seminario en Münster, a 250 Km. de Schoenstatt. ¡Muy lejos para estos jóvenes que aspiraban estar al lado del Padre! ( y que además imaginaron que lo tendrían…"sólo para ellos"). "Le escribimos una carta donde le manifestamos con juvenil franqueza que estábamos contrariados con él porque estábamos muy lejos…". Al recibirla, el P. Kentenich, llamó al Rector del Seminario y, lejos de enojarse, le manifestó que estaría en Münster en cuanto pudiese. Fue así que dos meses después el Padre viajó (en un tren de segunda clase y con una valija mínima) a Münster a encontrarse con los jóvenes seminaristas. "Nosotros nos encargamos de comunicar a todo el Movimiento en Münster que sólo venía para nosotros y nada más que para nosotros. No vaya a ser cosa que comiencen a agendarle actividades…..". Dejaron entonces en claro la normativa: entre pláticas y misas, conversaría con cada uno de los seminaristas durante 30 minutos corridos. "En esa juventud que me invadía, los nervios no me dejaron dormir la noche previa a aquel 23-08-1967 en el cual puntualmente a las 8,30 hs tendría mi reunión a solas con el P. José Kenenich".
La paternidad y el "escuchar enaltecedor", rasgos indelebles del Fundador
"Al ingresar me tomó de las dos manos y me dijo: ¿Cómo se llama?, ¿De dónde viene? Cuando le dije que de Córdoba, Argentina, me dijo: ¡Ah, de Villa Warcalde! Realmente no podía creer que este hombre, con tantas cosas hechas y vividas recordase que Villa Warcalde quedaba en Córdoba gracias a una visita que Carlos y su hermano, el hoy P. Guillermo Mario Cassone le habían hecho con su mamá….¡8 años antes! Cuando se lo dije, me contestó con las palabras de Jesucristo: "Sabe qué pasa, yo conozco a los míos y los míos me conocen a mí". Se sentaron a conversar, él preguntaba mucho y se preocupaba de los más mínimos detalles. Era un papá en todo el sentido de la palabra. Los aconsejaba en cosas tan personales como en la vestimenta. Llegó a recomendarles el uso de calzoncillos largos porque el frío en Alemania es sumamente intenso. Estaba en todo de lo de cada uno. "En los días previos tenía miedo que las palabras correctas no me salieran ya que mi alemán, en ese momento, no era muy confiable. Temía no poder decir lo que realmente quería decir. Cuando comenzamos a hablar, noté que mi alemán era mucho mejor de lo que esperaba. Me daba cuenta que podía comunicar con toda naturalidad lo que realmente quería decir. ¿Por qué? La razón es muy simple: me sentía escuchado con toda la potencialidad que un hombre puede escuchar, la escucha atenta, que el P. Kentenich definía como el escuchar enaltecedor.
"Me extendí, con su licencia y la del Rector, un poco más en mi charla, me confesó y luego hizo un resumen de lo que habíamos hablado con una claridad y un acierto que hasta hoy me llaman la atención. Me dijo cosas de mí mismo absolutamente acertadas y que yo no le había dicho, y es más, me anticipó cosas sobre mi vida futura que hoy releo ( todavía conservo el resumen del contenido de aquella charla) y pienso: ¿Cómo puede haber sabido esto? Indudablemente un Profeta.
Su Proceso de Beatificación
SCHOENSTATT, Juan Barbosa. El P. Ángel Strada, Postulador del proceso de beatificación del P. José Kentenich, compartió en una charla muy cercana sus experiencias con el Padre Fundador y acercó información actualizada sobre su proceso de beatificación, así como el de otros héroes de nuestra Familia.
Los privilegiados asistentes fueron una importante delegación de distintas regiones de la República de Chile acompañados por el P Juan Pablo Rovegna y la Hna. Alejandra.
Aquí detallamos una síntesis de lo que ha sido ese enriquecedor encuentro.
Un comentario sobre sus inicios en el sacerdocio
Con su habitual cercanía y sencillez, comenzó su alocución con un breve repaso sobre el comienzo de su vida en Schoenstatt, cuando en su Córdoba natal aún no existía ni la ermita donde nuestra querida MTA se estableció en la localidad de Villa Warcalde, a unos 20 Km. del centro de esa importante ciudad del Interior de la República Argentina.
"El Movimiento en Córdoba tiene su origen en una corriente de Bella Vista-Chile, ya que comenzó con la visita de los tres "Hernanes" (por Hernán Alessandri, Hernán Montesinos y Hernán Krausse ) a nuestra ciudad".
El amor por la Mater que irradiaban estos jóvenes chilenos, ese compromiso hasta lo más íntimo, esas ganas de "inundar el mundo de Schoenstatt", fue lo que despertó en el joven Ángel y su grupo de amigos una sola idea: consagrarse por entero a esta Obra de Dios.
"Iniciamos nuestros estudios en Brasil prácticamente en el mismo momento en que el Fundador regresaba a Roma desde su exilio en Milwaukee. Su deseo pronto fue que estudiemos todos juntos en Alemania ya que debíamos formar una Comunidad, algo difícil de ver en un comienzo, pues teníamos distintas costumbres y edades…pero por supuesto, aceptamos gustosos y formulamos nuestro lema de Curso: Qué alegría cuando me dijeron….Vamos a la casa del Padre, y allí partimos".
"Llegamos con muchos nervios y frío (era el 29-03-66 y en Alemania….¡hace frío! ) y nos avisaron que esa misma noche el P. Kentenich tendría una plática con nosotros. Al verlo tuve dos impresiones básicas: la primera, que no era alto (1,68 m) y hablaba con un tono de voz raro (su alemán era con tonada de Renania) y la segunda: transmitía la imagen de un Patriarca como Abraham ó Moisés. Una personalidad firme, vigorosa pero muy cercana a la vez".
Si bien sabemos que el P. Ángel Strada tiene una memoria privilegiada, resaltó especialmente no olvidar un mensaje que el P. José Kentenich les transmitió con toda claridad: "Cada uno debe conservar su identidad y respetar la del otro. Los sudamericanos no deberán germanizarse y tampoco al revés". Aquí observamos, querido lector, la impronta por demás llamativa y visceral del Fundador: el respeto por la originalidad de cada persona.
Estaban demasiado lejos y reaccionaron
Al día siguiente se trasladaron a su domicilio definitivo en Alemania, el Seminario en Münster, a 250 Km. de Schoenstatt. ¡Muy lejos para estos jóvenes que aspiraban estar al lado del Padre! ( y que además imaginaron que lo tendrían…"sólo para ellos"). "Le escribimos una carta donde le manifestamos con juvenil franqueza que estábamos contrariados con él porque estábamos muy lejos…". Al recibirla, el P. Kentenich, llamó al Rector del Seminario y, lejos de enojarse, le manifestó que estaría en Münster en cuanto pudiese. Fue así que dos meses después el Padre viajó (en un tren de segunda clase y con una valija mínima) a Münster a encontrarse con los jóvenes seminaristas. "Nosotros nos encargamos de comunicar a todo el Movimiento en Münster que sólo venía para nosotros y nada más que para nosotros. No vaya a ser cosa que comiencen a agendarle actividades…..". Dejaron entonces en claro la normativa: entre pláticas y misas, conversaría con cada uno de los seminaristas durante 30 minutos corridos. "En esa juventud que me invadía, los nervios no me dejaron dormir la noche previa a aquel 23-08-1967 en el cual puntualmente a las 8,30 hs tendría mi reunión a solas con el P. José Kenenich".
La paternidad y el "escuchar enaltecedor", rasgos indelebles del Fundador
"Al ingresar me tomó de las dos manos y me dijo: ¿Cómo se llama?, ¿De dónde viene? Cuando le dije que de Córdoba, Argentina, me dijo: ¡Ah, de Villa Warcalde! Realmente no podía creer que este hombre, con tantas cosas hechas y vividas recordase que Villa Warcalde quedaba en Córdoba gracias a una visita que Carlos y su hermano, el hoy P. Guillermo Mario Cassone le habían hecho con su mamá….¡8 años antes! Cuando se lo dije, me contestó con las palabras de Jesucristo: "Sabe qué pasa, yo conozco a los míos y los míos me conocen a mí". Se sentaron a conversar, él preguntaba mucho y se preocupaba de los más mínimos detalles. Era un papá en todo el sentido de la palabra. Los aconsejaba en cosas tan personales como en la vestimenta. Llegó a recomendarles el uso de calzoncillos largos porque el frío en Alemania es sumamente intenso. Estaba en todo de lo de cada uno. "En los días previos tenía miedo que las palabras correctas no me salieran ya que mi alemán, en ese momento, no era muy confiable. Temía no poder decir lo que realmente quería decir. Cuando comenzamos a hablar, noté que mi alemán era mucho mejor de lo que esperaba. Me daba cuenta que podía comunicar con toda naturalidad lo que realmente quería decir. ¿Por qué? La razón es muy simple: me sentía escuchado con toda la potencialidad que un hombre puede escuchar, la escucha atenta, que el P. Kentenich definía como el escuchar enaltecedor.
"Me extendí, con su licencia y la del Rector, un poco más en mi charla, me confesó y luego hizo un resumen de lo que habíamos hablado con una claridad y un acierto que hasta hoy me llaman la atención. Me dijo cosas de mí mismo absolutamente acertadas y que yo no le había dicho, y es más, me anticipó cosas sobre mi vida futura que hoy releo ( todavía conservo el resumen del contenido de aquella charla) y pienso: ¿Cómo puede haber sabido esto? Indudablemente un Profeta.
Su Proceso de Beatificación
"Nunca pensé que me tocaría esta Misión de postulador pero siempre de una cosa estaré seguro: estuve delante de un santo". Con estas palabras, el P. Strada nos contagia su seguridad de un final absolutamente feliz pero de ninguna manera rápido para el proceso. Nos ilustró sobre los distintos pasos que abarca el mismo: Fama de Santidad; Proceso Canónico (incluye la evaluación de 28.000 documentos, unos 1.000 libros de 300 páginas y algo más de 12.000 cartas escritas por el Padre); Evaluación de la documentación en Roma (sólo hay 6 responsables en estos procesos y solamente 1 habla castellano). Luego de la determinación, su envío a 8 cardenales para la evaluación y finalmente pasa a consideración del Papa. De todos modos puede estar todo correcto pero es absolutamente imprescindible la constatación de un milagro atribuido exclusivamente al P. Kentenich con características de: físico, de curación instantánea o cuasi instantánea, comprobado por médico (sólo en lo técnico) y permanente, es decir que, en caso de enfermedad, debe tratarse de una enfermedad curada sin explicación técnica (en el caso de cáncer, debe esperarse 10 años).
Pudimos aprender los que asistimos a la charla, los distintos pasos muy rigurosos que toma la Iglesia en su sabiduría y a los cuales todo Proceso debe adecuarse. Los avances en su proceso y en el de sus alumnos, colocarían en un lugar avanzado a Karl Leisner, de quien se está estudiando un milagro, seguido por José Engling, la Hna. Maria Emilie, Mario Hiriart, Joao Pozzobón y José Kentenich prácticamente parejos, y luego Franz Reinisch.
La conclusión: El P. José Kentenich sin lugar a dudas ha instaurado una verdadera escuela de santidad.
Fue así como llegó el final (que no queríamos) de la charla y el P. Ángel nos dejó una invitación, que más que ello, es un imperativo: "Lleven el carisma del P. Fundador adonde vayan. Compartan con los demás la riqueza de sus enseñanzas. Los invito a que no nos lo guardemos para que, cuando llegue el día, no sólo haya schoenstattianos en San Pedro, sino que cientos de miles de católicos, no necesariamente schoenstattianos, colmen la Plaza vivando a Dios y agradeciendo su Obra".
Pudimos aprender los que asistimos a la charla, los distintos pasos muy rigurosos que toma la Iglesia en su sabiduría y a los cuales todo Proceso debe adecuarse. Los avances en su proceso y en el de sus alumnos, colocarían en un lugar avanzado a Karl Leisner, de quien se está estudiando un milagro, seguido por José Engling, la Hna. Maria Emilie, Mario Hiriart, Joao Pozzobón y José Kentenich prácticamente parejos, y luego Franz Reinisch.
La conclusión: El P. José Kentenich sin lugar a dudas ha instaurado una verdadera escuela de santidad.
Fue así como llegó el final (que no queríamos) de la charla y el P. Ángel nos dejó una invitación, que más que ello, es un imperativo: "Lleven el carisma del P. Fundador adonde vayan. Compartan con los demás la riqueza de sus enseñanzas. Los invito a que no nos lo guardemos para que, cuando llegue el día, no sólo haya schoenstattianos en San Pedro, sino que cientos de miles de católicos, no necesariamente schoenstattianos, colmen la Plaza vivando a Dios y agradeciendo su Obra".
No hay comentarios:
Publicar un comentario